Aguas arriba del Tormes, allí donde el río estrena su condición de salmantino, persisten huellas de los primeros pobladores que bebieron de su cauce. Desde el cerro del berrueco a los dólmenes de Salvatierra y Aldeavieja, las viejas huellas de nuestra historia reclaman reconocimiento y protección.
La provincia de Salamanca tiene aún grandes tesoros ocultos por descubrir al gran público y la comarca del Alto Tormes salmantino, que atesora milenios de historia, es un claro ejemplo de ello. El río Tormes, símbolo natural de la provincia, entra el Salamanca por el municipio de El Tejado, localidad que se caracteriza por tener tres núcleos de población separados por muy escasa distancia (La Casilla, La Magdalena y El Tejado). Sin embargo, la característica que más define al pueblo, oculta a simple vista, pero visible desde cualquier lugar es la riqueza arqueológica que atesora El Cerro del Berrueco, por donde han pasado durante siglos diferentes culturas que han dejado allí su poso.
La importancia del legado allí depositado fue tal que la zona fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1931. Y es que El Berrueco reúne en muy poco espacio restos de asentamientos humanos de épocas muy diferentes. Así, según indica la Junta de Castilla y León, en la zona denominada.