La Vega es un barrio de casas protegidas cuya estética y esencia se mantienen 67 años después. Franco entregó las llaves a los primeros vecinos en 1954.
Es el ‘pueblo blanco’ dentro de la capital salmantina. La Vega es un barrio “protegido” cuya estética exterior, identidad y esencia se mantienen 67 años después.
Fue en 1946 cuando se presentó el proyecto de construcción de 664 viviendas protegidas económicas entre la carretera de Béjar y el Camino de Carbajosa, según señala Fátima Miranda en su libro “Desarrollo Urbanístico de Posguerra en Salamanca”. De acuerdo con el diseño de Francisco Gil, las construcciones que se levantarían serían, en su mayoría de planta baja y cuyos solares no alcanzarían la extensión mínima reglamentaria de 250 metros cuadrados.
La ejecución de las obras comenzaron en 1950, tras quedar atrás las dificultades detectadas ante el acuciante problema de la vivienda que existía. Para ello, el Instituto Nacional de Vivienda contó con el apoyo de la Diputación, que cedió gratuitamente los terrenos, y del Ayuntamiento y la Caja de Ahorros que ayudaron económicamente. El desembolso para ejecutar la actuación fue de 11.536.669 pesetas (69.336 euros).
José Luis Justo, Manuel Jardosa Alvez, Pedro Delgado Bajo, Gabriel Alcalá Hernández y Onésimo Churro Vicario fueron los primeros vecinos del barrio de La Vega que recibieron las llaves de manos del mismísimo Francisco Franco el 7 de mayo de 1954. El dictador, que estaba de “gira” de tres días por Salamanca, tras pronunciar un discurso desde el balcón del Ayuntamiento y visitar el pantano de Santa Teresa acudió a inaugurar la nueva zona residencial de la capital y se encargó de examinar con detalle las nuevas viviendas así como los planos de las 664 casas, la iglesia, el centro cívico, la casa parroquial, los dos casinos y la veintena de comercios que conformarían el nuevo barrio de La Vega.
En 1994 se creó un Plan Especial para defender las estructuras del área trastormesina y proteger la zona
No faltó aquel día la bendición del obispo de Salamanca, Barbado Viejo, que acompañó la comitiva del caudillo junto con el alcalde Carlos Gutiérrez de Ceballos, y el director del Instituto Nacional de la Vivienda, Federico Mayo, entre otras muchas autoridades.
El barrio de construcciones de ladrillo revestido y pintado de blanco se fue integrando progresivamente en la ciudad. Los altos edificios del vecino barrio de San José fueron poco a poco rodeándolo. Frente a la especulación y el aumento del terreno urbanístico, el barrio logró una protección, inferior a la del casco histórico pero suficiente para preservar tanto sus actuales edificios como sus peculiares patios ajardinados y su diseño urbanístico. En 1994 se creó un Plan Especial de Régimen Interior (PERI) para defender cada una de las estructuras del área trastormesina. Fueron los salmantinos que residen en la zona, entre ellos el actual presidente de la asociación de vecinos, Federico Chico Arévalo, quienes impulsaron este proyecto destinado a preservar la esencia de La Vega. Este documento, asumido posteriormente por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2007, protege la fisonomía de las calles e impide que se modifique la altura y diseño exterior de los edificios. De hecho, en caso de que se establezca algún deterioro es obligatorio reproducir los volúmenes de la manera más fiel a la original. El PERI preserva también uno de los elementos más característicos del barrio, los patios jardín, así como el mobiliario urbano de las calles que vertebran la zona.
Aunque el exterior de La Vega se mantiene igual que hace sesenta años, muchos propietarios han reformado sus interiores adaptándolos a los nuevos tiempos.
Fuentes.
Artículo: "La historia del ‘pueblo blanco’ de 664 casas dentro de la capital salmantina" Publicado en https://www.lagacetadesalamanca.es/ por Cynthia alonso el 26 Abr. 2021. Consultado el 28/04/2021.
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