Según San Julián de Toledo, en su Historia excellentissimi regis Wambae y en la Insultatio, el rey Wamba, ungido a la muerte de Recesvinto el 1 de septiembre de 672, tuvo que afrontar en la primavera siguiente una gran rebelión en la Galia Narbonense o Septimania, cuando el duque Paulo le traicionó, haciéndose ungir y coronar rey en Narbona, con gran apoyo del clero.
Wamba reconquistaría finalmente la provincia rebelde, dejando ver sus cualidades de gran estratega y la propia eficacia de la marina visigoda. El 1 de septiembre de 673, la conquista de Nimes, último reducto de los disidentes, estaba decidida y al día siguiente le sería entregada la ciudad.
Wamba perdonó la vida de Paulo y los demás condenados, pero, como era costumbre, les hizo sufrir un proceso público de humillación, de manera que entraron de manera oprobiosa en la ciudad de Toledo: a lomos de camellos, cubiertos de harapos y desnudos los pies, con las cabezas decalvadas y las barbas rapadas, llevando Paulo una raspa de pescado a modo de diadema, lo que evidenciaba su traición y ridiculizaba su pretendida corona.
La tradición local palentina adelanta y confunde la rebelión de Paulo con la coronación de Wamba y la propia llegada de las reliquias del Santo, fundiendo todos estos hechos en torno a los días 1 y 2 de septiembre del año 672. Wamba se habría traído desde Narbona parte de las reliquias del mártir Antolín, príncipe visigodo ejecutado en Toulouse a fines del siglo V. Desde entonces, el día 2 de septiembre se celebra la fiesta del Santo.
Las reliquias serían depositadas, en presencia del obispo Ascarico, en un lugar sagrado de Palencia capital, aunque con el paso de los años y la invasión musulmana se olvidaron por completo, perdiéndose el culto hasta la restauración de la sede.
Su sucesor, Concordio, tomó posesión de su cargo c. 670. Nada sabemos de los años intermedios, entre 653 y 670. Ningún obispo o delegado suyo representó a Palencia en los concilios celebrados entre los años séptimo y decimoctavo del reinado de Recesvinto.
En ese ínterin se celebraron dos concilios nacionales: el IX Concilio de Toledo (655) y el X Concilio de Toledo (656). Si bien la sede palentina pudo estar un tiempo vacante, el hecho de que la tradición local ubique a Ascarico en este tardío momento al lado de Wamba y que esta presencia sea factible, nos invita a suponer que Ascarico era aún obispo de Palencia en el 673 o 674, falleciendo poco después.
En cuanto al por qué Wamba tiene interés en llevar las reliquias de San Antolín hasta Palencia, teniendo en cuenta el carácter itinerante de la corte, hemos de suponer que por esos años la corte visigoda se alojaba allí. La misma respuesta sería válida para la cuestión de la fecha de celebración del Santo, pues el 2 de septiembre, en realidad, se conmemoraba el triunfo de Wamba en Septimania.
Palencia sería en este momento "capital" del reino visigodo, de ahí la exaltación militar de Wamba en la capital palentina. Lo que no supone abandono de Toledo: en 674, según la Crónica Mozárabe (siglo VIII), Wamba remozó Toledo, levantando unas torrecillas coronadas por estatuas de santos protectores del Reino, como remate de las puertas del recinto amurallado y colocando una lápida con una oración a los santos.
Caída de Wamba
Las crónicas medievales de la Reconquista cuentan que Wamba fue despojado del poder real el 14 de octubre de 680, víctima de una conjura en la que participaron los obispos hispanos y el propio san Julián de Toledo. El rey, como fue pronto del dominio público, había recibido una pócima con esparteína y creyéndole los magnates en trance de muerte, se le sometió al ceremonial previsto en el Ordo Poenitentiae del Liber Ordinum: se le tonsuró, se le impuso un cilicio, se le trazó una cruz de ceniza sobre el cuerpo y se le inhabilitó para continuar en el trono. Al día siguiente, el conde Ervigio, quien habría urdido la conjura, ocupó el trono y el día 21 era ungido rey.
Las causas de la participación del clero en la conjura asoman en el XII Concilio de Toledo (681). Los obispos estaban resentidos contra el Rey, quien había creado nuevos obispados, en contra de la tradición existente, intromisión que se les hizo intolerable, pues atacaba el fuero eclesiástico. Entre ellos, Wamba había dispuesto la creación de un obispado castrense en el mismo Toledo, lo que habría molestado particularmente a San Julián, obispo primado de Toledo. Pero la creación de tales obispados ha de vincularse con otros sucesos y disposiciones. Los historiadores coinciden en que la ley IX.2.8 de 1 de noviembre de 673 está en el origen de tales hechos.
La "lex" denunciaba que ni clérigos ni nobles ni pueblo acudían a presentarse al ejército, ni siquiera cuando había ataques en pueblos vecinos. Existían graves penas para castigar la deserción y el incumplimiento militar y, aun así, se faltaba a esta obligación. Wamba dispone que todo individuo que viviera a menos de cien millas del lugar atacado acuda a su defensa, en caso de necesidad, bajo pena de confiscación de bienes. Amenaza al alto clero con el destierro y al bajo clero y a los laicos con la "infamia" (pérdida del derecho a testificar), la servidumbre e incluso la muerte. Hasta los enfermos debían colaborar. Las penas contra los nobles que eludían salir en defensa de su rey en las revueltas internas también eran muy elevadas. La situación era tan grave que la aplicación de esta ley procuró la pérdida de la honra a "casi la mitad" del pueblo visigodo.
Así pues, en este contexto de victoria y exaltación monumental, de reafirmación de poder soberano y obras pías, de rencor contra una parte del episcopado que le traicionara, contra la población que incumplía insensatamente sus obligaciones militares y contra los nobles que fallaban a su soberano, el rey invadió las competencias exclusivamente religiosas del Aula Regia.
La gravedad de los sucesos políticos y religiosos explicaría en gran parte el silencio relativo que rodea la llegada de los restos de San Antolín a Palencia.? Esta coyuntura y la condición galorromana (cuasi-extranjera) del Santo contribuyen a relegar y silenciar este momento álgido de la historia palentina y, quizás, esté en el origen de la relegación y olvido de su magnífica catedral palentina. En todo caso, no podemos olvidar que San Antolín no figurará en el santoral español.
Recuperación de la cripta
Según la leyenda, recogida en el cantar de gesta las Mocedades de Rodrigo, estando de caza el rey Sancho III el Mayor le persiguió un jabalí y el monarca se refugió en una hoya situada en el lugar que hoy ocupa la cripta de San Antolín. La fiera lo alcanzó en ella y, cuando el rey se dispuso a alancear al animal, su brazo quedó paralizado, lo que le hizo comprender que estaba en lugar sagrado.
Descubre entonces el Rey la tumba del Santo, cuyo cuerpo incorrupto reposaba en un sarcófago y sobre él, en una hornacina, se encontraba una imagen de la Virgen. Imagen que, con el tiempo, tomaría el nombre de Virgen de San Antolín o Nuestra Señora de San Antolín. Tras este suceso, el rey decidió dedicar al mártir una catedral, que se edificó sobre la cripta, donde también había un pozo, que se conserva hasta la actualidad.
Otro artículo sobre este tema:
https://www.turismo-prerromanico.com/monumento/cripta-de-san-antolin-20130214180945/
Artículo: "Cripta de San Antolín" Publicado en https://es.wikipedia.org. Consultado el 10 Septiembre 2019.
URL: https://es.wikipedia.org/wiki/Cripta_de_San_Antol%C3%ADn
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