jueves, 13 de septiembre de 2018

Campos de Ledesma y Sayago (Salamanca)

En pleno verano nos acercamos a Ledesma, sin prisa, sin madrugón como suele ser habitual cuando el viaje supone algún tiempo significativo.

Al llegar el sol apretaba bien. Preparamos las bicicletas y callejeamos por la monumental localidad en busca de pan y agua como solemos hacer. Una vez pertrechados comenzamos el camino haciendo ya las primeras fotos a sus hermosos puentes sobre el Tormes bajo unos cielos casi desnudos.

Comenzamos la ruta por una antigua calzada; un camino rocoso, sinuoso y jalonado de viejisimas encinas. Tras bajar la cuesta hacia el arroyo Rivera de Cañedo nos encontramos con el primer hito de la ruta: el Puente Mocho.



El paraje es magnífico y el distinguido arroyo del Tormes, aún siendo julio, lleva algo de agua. Lo cruza un hermoso puente de piedra, alomado y con cinco arcos cuya construcción se pierde en los tiempos; aquellos tiempos en que estas comarcas, pobladas y dinámicas, hacían necesarias estas infraestructuras.

Hacia Moraleja de Sayago

Dejamos de momento el valle del arroyo Rivera de Cañedo y seguimos por el camino, ahora ya rústico y asilvestrado. Tomamos la dirección hasta el pueblo zamorano de Moraleja de Sayago comenzando aquí lo que sería ya habitual durante el resto de la jornada y esto era el constante paso de cancelas para el ganado que cortaban los caminos con la sensación de no saber si estabas “dentro” o “fuera”.

Así llegamos a Moraleja de Sayago, en la plaza, junto a su iglesia del Salvador y ayuntamiento de elegante reloj cosmopolita tomamos la primera caña con limón pensando en los caprichos de las fronteras creadas por los hombres como orines leoninos que marcan su poder. Sayago y Tierras de Ledesma. Castilla y León. España, Portugal… Todas estas rayas imaginarias cambiarán antes de que nuestro Duero se mueva unos metros.

Visitamos algunas de sus fuentes abovedadas, de tipo romano. Bien construidas con granito siguen ofreciendo su agua con lentejuelas.

Por el castillo del Asmesnal

Seguimos cruzando portillos, entre vacadas y piaras. La dehesa por aquí se abre dejando entrever bien amplios pastizales, ahora pajizos. Encontramos los arroyos trabajados para generar lo que parecen rosarios de charcas que retienen la humedad y permiten abrevar al ganado en estos meses más secos.

Queremos llegar a Santiz pero antes encontramos los restos del Castillo de Asmesnal derrumbado armoniosamente con su paisaje. Una fortaleza misteriosa que guarda en secreto sus viejas batallas.

Un alcornoque en Santiz

En Santiz entró el apetito y en la acogedora fuente del Tejar encontramos el lugar propicio para destapar la fiambrera. Tras un breve reposo nos dirigimos en busca del gran alcornoque norteño: el Alcornoque gordo de la Calahorra del que bien puede presumir esta localidad. Es viejo, como casi todo en la meseta, está cansado y necesita de apoyos pero sigue brotando y dando frutos. Sus cayados de hormigón alargan la vida de su enorme tronco vacío al que se le otorgan más de seiscientos años.

El regreso a la dehesa

De regreso tomamos primero el camino de Valdelosa para después girar hacia el sur y dirigirnos hacia Palacios del Arzobispo… ¡de Santiago de Compostela! No podemos evitar probar las moras maduras de su árbol en la plaza, tan exquisitas que bien merece la pena mancharse las manos de púrpura para el resto del viaje.

Nos sorprenden algunos caminos entre pinares que parecen autopistas hasta que nos damos cuenta de están instalando nuevos aerogeneradores… ¡ya ni se notan!

Desde aquí, en la altura, dominamos los vallejos de los arroyos que recoge el Rivera de Cañedo y nuestra vista se pierde en el horizonte. Nos espera un regreso caluroso pero.. eso sí, ¡en descenso!
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NOTA: Ver imágenes en articulo original.

ARTÏCULO: "Campos de Ledesma y Sayago. Verano en la dehesa." Publicado en http://duriusaquae.com
URL: http://duriusaquae.com/campos-de-ledesma-y-sayago-verano-en-la-dehesa/

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