A escasos centímetros del Duero y entre un paisaje de viñedos que dan lugar al vino de Oporto, el tren Pocinho Regua en Portugal ofrece un inolvidable paseo repleto de nostalgia, naturaleza y mucho sabor.
Llegar a Pocinho desde España es más complicado que hace un siglo. No siempre el progreso y el paso de los años tienen una connotación positiva. Esta pequeña localidad portuguesa no pilla de camino para llegar a ningún lado. No es punto de paso obligado para conocer algunas de las ciudades más turísticas del norte de Portugal como Oporto, Vila Real, Guimaraes o Braga. De hecho a muy pocos les sonará su nombre. Llegar a Pocinho en la actualidad, por ejemplo desde Salamanca, requiere un viaje de casi tres horas por carreteras en las que difícilmente se ve algún signo de vida. Si además la niebla hace acto de presencia como nos ocurrió a nosotros, el trayecto se puede convertir en un infierno.
Pero hace un siglo recalar en esta localidad lusa desde el lado español era tan simple como coger un tren. Un convoy que partía desde la localidad salmantina de La Fuente de San Esteban y recorría, a través de un sinfín de puentes y túneles, el abrupto y cautivador paisaje de las Arribes del Duero. Una línea que en 1985 echó el cierre en España y que, tres años más tarde, lo haría también en el país vecino en el tramo entre Barca d’Alva y Pocinho. Sin el tren llegó el aislamiento, el olvido y la nostalgia de tiempos pasados. Pocinho quedó diseccionada como una estación a orillas del Duero que sobrevive como gato panza arriba. Una vía que es origen y destino final. Porque Pocinho es el punto de partida de la conocida como Línea del Duero que llega hasta Oporto en un apasionante viaje de tres horas y media. Apenas un puñado de personas al día toma este tren de Comboios de Portugal (la Renfe del país luso), entre ellos algún turista dispuesto a sumergirse en esta aventura de otro tiempo. Nosotros lo hicimos junto a nuestros amigos Javier y Lucía, aunque la siempre incómoda niebla, que tan buenas migas hace con el Duero, deslució un tanto la experiencia.
Cómo llegar a Pocinho
Aunque el tren que se coge en Pocinho conduce hasta Oporto, lo típico es realizar el trayecto entre Pocinho y Regua, algo que se puede hacer perfectamente en un día. Lo ideal es salir a primera hora de la mañana, comer en Regua y regresar por la tarde. Es un viaje de unas tres horas de duración (ida y vuelta) que tiene un precio por persona de 13,50 euros. En la página de Comboios de Portugal se pueden consultar los horarios.
Lo peor de la experiencia es llegar en coche hasta Pocinho, especialmente una vez que se cruza la frontera hispano-lusa en Barca d’Alva. Nosotros nos decantamos por esta opción que requiere circular por carreteras secundarias, pero existe una alternativa. Es posible tomar la autovía A-62 (A-25 en Portugal) desde España hasta la ciudad portuguesa de Guarda, y allí coger la IP-2 hasta Pocinho. Con este itinerario se hacen 80 kilómetros más, pero se reduce el tiempo del trayecto hasta las dos horas y cuarto.
Tren Pocinho Regua junto al Duero, una de las rutas ferroviarias más bellas de Europa
Una vez en la estación de Pocinho tan solo habrá que montarse en el tren y esperar a que el revisor acuda a vendernos el billete, ya que no es necesario comprarlo previamente en taquilla. A pesar de que se trata de un convoy que lleva años en funcionamiento, la comodidad es absoluta e incluso tiene wifi gratuito, servicio que paradójicamente no poseen los modernos y rápidos trenes japoneses.
Es importante colocarse en una de las butacas cuyas ventanillas ofrecen la impresionante imagen del Duero encajonado en un valle donde nace la uva que se convierte en el vino de Oporto. Porque la peculiaridad de este itinerario es que los raíles y traviesas están colocados a escasos metros del agua del río. En algunos momentos la vía férrea parece una prolongación más del Duero y ambos forman una simbiosis perfecta. Podría parecer que en una crecida del agua anegaría las vías, pero hay que tener en cuenta que en esta zona el caudal del Duero está regulado por los embalses repartidos a lo largo del valle.
En la hora y media de trayecto entre Pocinho y Regua el tren hace paradas en las estaciones de Freixo de Numao, Vargelas, Ferradosa, Alegria, Tua, Pinhao y Covelinhas, entre otras, además de algunos apeaderos. Una buena opción para los que quieran acortar el viaje y no llegar hasta Regua es parar en Pinhao, ciudad que posee numerosas bodegas y viñedos en los que se puede practicar el enoturismo y comer en alguno de sus excelentes restaurantes. De Pocinho a Pinhao el trayecto es de apenas una hora y también permite disfrutar igualmente del paisaje que aparece tras las ventanillas del tren portugués.
Es complicado no permanecer extasiado apoyado en el cristal que nos separa del nubloso, pero cautivador Duero. Admirable resulta comprobar cómo el valle que abriga al río está repleto de los viñedos que dan lugar al mundialmente conocido vino de Oporto. Como si fueran un perfecto tapiz, los bancales repletos de cepas nos muestran el arduo trabajo que se tiene que realizar cada año para recolectar la uva. Es inevitable pensar en los rabelos, esos barcos que vemos aparcados en Vila Nova de Gaia como atracción turística contemporánea y que en su día servían para transportar el vino en sus barricas río abajo. Todo aquel que en un viaje a Oporto ha visitado bodegas como las de Sandeman o Graham’s, debería hacer este recorrido en tren para conocer el origen de todo. Al igual que el Duero desemboca en el Atlántico en Oporto y esta vía férrea hace lo propio siguiendo la estela del río; el vino que surge de la tierra del valle que vemos ante nuestros ojos desde la ventanilla de un viejo convoy, también llega hasta la ciudad lusa para madurar en las bodegas enclavadas en Vila Nova de Gaia.
Para los que hemos visitado las instalaciones de Sandeman y Graham’s, hace especial ilusión ver esos mismos nombres en los bancales que se aprecian desde el ferrocarril. Grandes extensiones de terreno denominadas quintas (fincas) donde surge ese vino que supieron explotar los británicos que recalaron en estas tierras. Un vínculo anglo-luso que se refleja en los nombres de las bodegas (la mayoría con acento británico) y los nombres de las quintas (todas ellas con apelativo portugués).
Para finalizar, tres apuntes. Por un lado, las mejores épocas para realizar este recorrido en tren son el otoño y la primavera. El colorido del valle del Duero en ambas épocas es totalmente diferente, pero igualmente bello. La única pega del otoño es que los días son más cortos.
Por otro lado, recordar que este mismo trayecto se puede realizar en barco gracias a los famosos cruceros por el Duero y también a los paseos en barco que parten, por ejemplo, de la localidad de Barca d’Alva y que también llegan hasta Regua.
Fuentes.
Artículo: "Ruta en tren por el Duero portugués de Pocinho a Regua" Publicado en https://viajeconpablo.com/ por Pablo Montes y Estefanía Casillas el 25 de abril de 2021.
Consultado el 05/08/2024.
URL: https://viajeconpablo.com/tren-pocinho-regua/
No hay comentarios:
Publicar un comentario